Eduardo Arroyo. Suite Senefelder
[...] ¿Cuáles fueron tus comienzos en el empleo de la litografía?

Yo he tenido la suerte cuando era muy joven de encontrar a un marchand que se llama, porque todavía está activo, Georges d’Etais, que dirigía la galería Claude Levin. Este hombre era como los viejos marchands míticos de la época francesa, aunque él era joven cuanto todavía Picasso, Bracque y toda esta gente vivía. Yo tenía a lo mejor veinte años, pero ellos todavía estaban en activo, gente que daba un valor enorme a la litografía y al grabado. En Francia se daba más importancia a la litografía que al grabado. Quizá, lo que distingue a ambos países, es que hay buenos grabadores en España y, no digo peores, pero no practicantes de la litografía. La litografía es algo que ha ido cayendo en desuso, y sólo algunos brillantes que yo conozco la practican. En Francia, cuando hacías un cartel anunciando una exposición, hacías el Avant la lettre, hacías una litografía que se firmaba y se vendía, y luego ponías la lettre, es decir, Galería Claude Levin, del tanto al tanto. Eso hacía que los carteles tuvieran un espesor de papel, y casi todas las galerías lo aplicaban. Entonces, cuando yo hice la primera exposición en París, en 1959, Claude Levin me dijo: “Tendrías que hacer una litografía”. Es decir, un cartel, pero firmamos y numeramos. Y a partir de ese momento, te diré que me apasioné de ese misterio litográfico [...]

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